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sábado, 3 de agosto de 2019

Cinco horas con Mario de Delibes por Lola Herrera. Lujos cumplidos por Cristo Barbuzano


       


En escena, el personaje de Carmen comienza reflexiones sobre su marido, aún en cuerpo presente

Hay cosas que quieres hacer en la vida, y por lo que sea, se alejan una y otra vez. Para mí, una de ellas era el deseo de ver a Lola Herrera en sus “Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes. Una grande del teatro español que a lo largo de 40 años ha representado a uno de los personajes mejor perfilados de la realidad de la mujer y de la historia de nuestro país. Y que aunque las cosas hayan cambiado, sorprende y pone los pelos de punta al ver cuánto se mantiene, y cuánto queda por hacer.

      Como detallan en la revista teatral MET: «Cinco horas con Mario» es, entre otras muchas cosas, un documento vivo de esos años. De las preocupaciones económicas, religiosas, políticas, sexuales y morales entonces imperantes que Delibes, a través del lenguaje de su protagonista, dejó retratadas con nitidez, de forma que la vida española de entonces llega a palpitar viva en sus palabras.

       Entrañable y sincera la carta de Lola a su personaje, Carmen, ante su primer contacto, que se incluye en el flyer promocional que recibes en el teatro. Quizás eso sólo lo puede entender otro/a profesional de la interpretación, porque pasamos por muchas fases, no todas amables: muchos miedos, muchas montañas rusas entre inseguridades y egos, con frecuencia, más de las primeras.
Aunque con micro craneal, que a mí personalmente no me gusta en el teatro, aunque lo haya usado; y con unos aplausos medidos por la apertura contada de telón, a pesar de la demanda de todo el público de no parar de aplaudir hasta que te hicieran cosquillas las palmas de las manos; sólo puedo decir maravillas de esta función.

Yo muy feliz y preparadísima antes de entrar a ver la función
Fotografía del teatro mientras entra el público a telón cerrado
         Destaco los cambios, maravillosa locura de risas y lágrimas, de tranquilidad y picardía discreta, de pedir perdón y reclamar atenciones no recibidas. Y otro poco de culpa, y otro poco de reclamo, y otro poco de llanto y de risas. Jamás volverá a ser lo mismo para mí un 600.

GRACIAS
                   GRACIAS
                                     GRACIAS
                                                       GRACIAS
                                                                            GRACIAS

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